"El Juanito", uno de los bares más populares de la capital.
El bar es un museo de
recuerdos, de la suma de sus historias y nostalgias. Las ciudades solo tienen
vida si es que poseen bares, El Juanito es uno de ellos.
Nunca le gustó la cerveza, pero fue dueño de un legendario
bar. Nunca escribió un cuento o un poema, pero fue amigo de Julio Ramón Ribeyro
y MartÃn Adán. Siempre le gustó la salsa y el bolero, mas en su local estaba,
está, prohibida la música. Juan Casusol hizo de una bodega Barranquina un
mÃtico bar, “El Juanito”.
Un mesero atiende a una pareja que se dispone a comer una butifarra, un
joven con guitarra en mano sale con aire distraÃdo y un grupo de sanmarquinos, pasados
de copas, discuten sobre las obras de Sábato,
mientras que en la primera mesa una flor roja es colocada con cuidado. “Es en
honor a mi padre, que todos los dÃas, a las 4 de la tarde, se sentaba a tomar
su café”, comenta Rodolfo Casusol, hijo del fundador del local.
Y es que Rodolfo recuerda con nostalgia a su padre, quien falleció hace más de un año, y de las historias que le
contaba sobre cómo se inició este lugar. “don Luis Queirolo, gran amigo de mi
padre, le traspaso su local y en 1937 oficialmente se inauguró, al comienzo era
una tienda y además se llamaba La
Bodega del Parque”, comenta con aire melancólico.
“Luego dejó de ser una bodega y paso a ser un bar y poco a poco se fue
convirtiendo en el recinto de artistas y escritores, desde martÃn Adán pasando
por Juan Gonzalo Rose, y Julio Ramón Ribeyro y “El Chino” DomÃnguez” añade Rodolfo, quien se excusa un momento pues
se acerca a saludar JoaquÃn Mariátegui, integrante del grupo Bareto.
Con los años, “El Juanito” pasó a formar parte de la historia de Barranco y de Lima.
En sus mesas se escribÃan manifiestos,
se componÃan poemas, se bebÃa y hasta se discutÃa, pero nunca un escándalo, ni una pelea, esa era la ley y
habÃa que respetarla.
Por sus recintos se podÃa ver ingresar a un connotado
periodista, un poeta orate, a un prestigioso escritor o un trillado filósofo.
Todos con el afán de acompañar sus ideas, sus inspiraciones y convicciones con
una buena botella de vino.
Incluso, fue uno de los primeros bares en el que se admitió
el ingreso a las mujeres, pues en la década de los 50 y 60 s´ era casi
imposible verlas sentadas en un bar pues detestaban estar en medio de hombres
bebiendo. “El Juanito” les abrió sus puertas y les acondicionó un lugar
especial a la entrada del local, desde
ahà son las que con mayor frecuencia
llegan a tomarse un trago.
Empieza a caer la
noche y una tenue llovizna moja las
calles de Barranco dándole un cierto encanto poético. Una señora ingresa con su
menor hija al bar, hecho que no sorprende a nadie, pues Juanito Casusol,
acostumbraba darles vasos con chapitas, dulces y habitas a los niños. Su
consigna siempre fue hacer de su legendario local un mundo de alegrÃa, amistad
y cultura y vaya que lo consiguió.
Por Joel Peralta
Por Joel Peralta
No hay comentarios:
Publicar un comentario