domingo, 26 de junio de 2011

Trabajadores fantasmas

                                                   Encargado del cuidado de nichos

En Barrios Altos se encuentra El Ángel, uno de los cementerios más populares de  Lima y aquel que posee las más originales historias  dentro y fuera de sus recintos.


El Ángel  es una necrópolis moderna. Un cementerio con historia, personas y tumbas. La penumbra invade por completo al visitante desde la entrada, aquella entrada llena de barro y vendedores. El espacio es estrecho, los mausoleos y los nichos llevan a imaginarse que aquel lugar no es agradable. Cuantas historias existirán detrás de cada entierro, detrás de cada  persona que yace en este lugar. Especialmente, detrás de cada persona que trabaja en este cementerio. 

LA DIVINA VISITA A LA MORGUE

                                                             La Morgue de Lima

Si Dante Aleguieri viviera y llegara al cruce del jirón Cangallo con la avenida Grau diría que el lugar más parecido al limbo seria éste. Al lado izquierdo del punto indicado esta ubicada la Escuela de Medicina San Fernando. Esta representaría al paraíso (no en el sentido hedonista de la palabra, sino como la continuación de la vida, el lugar que intenta con todos los medios posibles preservar la existencia) .Al lado derecho se encuentra la Morgue Central de Lima .Seria aquella como el infierno (entiéndase nuevamente como una alegoría . Es decir, como el primer lugar de visita que hace el cuerpo al finalizar la vida).

LOS MUERTOS SE QUEDAN EN SUS TUMBAS

                                                            Un nicho protegido

Una cripta que sangra. Un niño que hace milagros. Fantasmas que seducen. Karatekas que atacan desde la oscuridad. El pedido de reformación a un grupo de homosexuales. Hasta la visita de una viuda que nunca encuentra la tumba de su esposo. Son algunas de las cosas que pueden pasar cuando trabajas 25 años en un cementerio donde te sientes más cómodo durmiendo ahí que en tu casa.

Déjame pasar para enterrar a mi muerto

                                                        Entrada al cementerio "El Àngel"



Vigilar implica mantener los ojos abiertos. Una copita de pisco y el valor se intensifica en el cuerpo del vigilante. Cuidar la morada donde duermen los ausentes  termina cuando amanece. Llamados también guardianes, panteoneros;  se presentan ante nosotros como  símbolo de seguridad. Paisa, cuyo nombre de pila es César Huamaní es uno de ellos.

DOS NEGOCIOS DE LA MUERTE



Reconocida florera


Si Carmen Chacaliaza fuera profesora de primaria o suboficial de la Policía, diariamente su bolsillo pesaría lo mismo. No tiene pistola, ni plumón; no obstante, los pompos de claveles, rosas y canyús son las armas para llevar el pan a su hogar. Tiene entendido que un nicho es el punto de distribución de su marketing. Y hasta ahora la muerte la ha mantenido con vida por más de una década.

EL MUSEO DE LA MUERTE

                                        Uno de los pabellones del "Presbítero Maestro"


Si te gusta admirar esculturas de estilo neoclásico. Si te gustaría dar un paseo a la oscuridad de la noche, esperando encontrarte con el fantasma de algún héroe nacional. O si estas en busca de un santo para ofrecerle devoción. El museo del “Presbítero Maestro” te recibe con mucho gusto.

El último adiós


La triste despedida

Marcelino Aguilar despide a los muertos. Los observa, los toca, reza una última oración por ellos para finalmente conducirlos a su última morada. Premunido de una Biblia bajo el brazo y una cruz sobre le pecho, cumple su labor diaria en el cementerio de Vitarte, realizar una breve ceremonia de cantos y oraciones por el difunto, antes de  que  sea puesto en su nicho.

Cuando enterrar a un muerto se convierte en una novela

El hijo de Mercedes yace debajo del montículo de piedras.
Cuando un familiar fallece nada es fácil. Todo, desde la vestimenta hasta el momento de la sepultura requiere de tiempo, esmero y algo más que paciencia. Para los más tradicionales - porque ahora es común cremar a los difuntos – buscar el lugar perfecto para que descanse el ‘finadito’ es aún más complicado. El que tiene más posibilidades busca a las compañías de seguros y el que no, prefiere los ya conocidísimos: cementerios municipales.

sábado, 11 de junio de 2011

El arte de ser malabarista

Manuel Rospigliosi atento mientras malabarea con las clavas.

¿Estarías dispuesto a dejar la universidad, porque descubres que no es lo tuyo y prefieres seguir a tu corazón y hacer lo que más te apasiona? No  resulta tan grave como parece. Muchos jóvenes lo hacen. Pero, si lo que te apasiona es el malabarismo entonces,  lo pensarías dos veces.

Manuel no lo dudó. “Yo no dejé la carrera por ser malabarista, me dediqué un año a la universidad, pero  me di cuenta que siendo economista sería un ‘brother’ más en la oficina. Quería hacer algo que me apasionara. Quería dejar huella”. Al año siguiente descubrió su pasión por los malabares. Pero, el arte de manipular objetos le interesó siempre. Sus primeras tres  bolas de malabares fueron un obsequio de su enamorada de entonces, cuando tenía 18 años.

miércoles, 8 de junio de 2011

Vendedores astutos y cómicos

 
Las playas no se salvan de estos cómicos vendedores.

Lleno de ocurrencias, dispuesto a hacerte pasar un momento inolvidable de vergüenza, si te encuentras en la calle con él. Y es que el oficio de este “sinvergüenza” es agradado por algunos y odiado por otros. Son conocidos popularmente como los “tetones” o “potones” según el detalle que más te llame la atención.   

El hombre de las mil respuestas

Sifuentes resuelve su crucigrama por afición y también por dinero.

Hay quienes nunca lo han hecho en su vida, él lleva haciéndolo más de treinta años. Hay quienes se demoran horas y con ayuda extra. Él lo resuelve en menos de diez minutos, sin ayuda alguna y a la perfección. Hay grandes eruditos, con varios pos grados y él solo estudió hasta la secundaria y despilfarra mucha más sabiduría.

El negocio de ser freak

La colección de Daniel está valorada en más de mil soles.

Ser friki no es solo cuestión de gustos sino de una cuantiosa inversión, que puede ser financiada a través de Internet

Levantarse temprano para ir al colegio, regresar a las dos, almorzar y sentarse a ver el anime favorito, luego hacer las tareas y acabar el día con una partida de PS3 o el juego favorito del PC, no parece del todo raro. Pero, cuando uno ya se convierte fanático, mejor llamado friki, entonces todo cambia.

Esta esquina es mía


Los dateros informan sobre cuando hay tráfico o policías
Ser datero no solo es aprender a manejar un cronometro y descifrar un tablero. Es un oficio ignorado por muchos, pero es el estilo de vida para otros.
El trabajo de un datero no es fácil, especialmente cuando se tiene que soportar a una Lima cada vez más caótica. Es una tarea que necesita precisión, exactitud y sobre todo responsabilidad. Es un trabajo en el cual literalmente cada minuto es dinero. Así es como se presenta Julio Cesar Llontop, y sus más de seis años de trabajo en este oficio


Cargando por un sueño

Elías Centeno. Trabajador del mercado de frutas.

Usan una camiseta verde para identificarse, tienen las mangas ligeramente levantadas para  mostrar la fortaleza de sus brazos, llevan una faja alrededor de la cintura y un martillo por si se presenta alguna complicación y están parados en cada esquina a la espera de clientes: Son los cargadores del Mercado de Frutas, quienes, literalmente, cargan el peso del mundo sobre sus hombros.

Dando luces a su arte

Malabarista atento a la luz roja.
 El malabarismo callejero es uno de los oficios más vistos en las calles limeñas.

Algunas veces son víctimas del tráfico que impera la ciudad. En otras, logran distraer a los choferes del apuro. Y muchas más, se ganan no sólo unos céntimos; sino, un aplauso o una sonrisa. El peligro de la pista es un tema intocable para ellos. No son vagabundos ni mendigos, son artistas relegados a las calle limeñas.


Felipe “Pipo” Gómez, es  uno de los cuatro jóvenes artistas que se ganan la vida en la cuadra 30 de la av. La Marina. El cajamarquino tiene 21 años y es mayor de tres hermanos, a quienes solo los ve de noche. “No es nada fácil, pero quiero dedicarme más años al malabarismo callejero”, expresa abiertamente, mientras engalana mi vista con algunos trucos.