miércoles, 8 de junio de 2011

Esta esquina es mía


Los dateros informan sobre cuando hay tráfico o policías
Ser datero no solo es aprender a manejar un cronometro y descifrar un tablero. Es un oficio ignorado por muchos, pero es el estilo de vida para otros.
El trabajo de un datero no es fácil, especialmente cuando se tiene que soportar a una Lima cada vez más caótica. Es una tarea que necesita precisión, exactitud y sobre todo responsabilidad. Es un trabajo en el cual literalmente cada minuto es dinero. Así es como se presenta Julio Cesar Llontop, y sus más de seis años de trabajo en este oficio


El trabajo de un datero no es fácil, especialmente cuando se tiene que soportar a una Lima cada vez más caótica. Es una tarea que necesita precisión, exactitud y sobre todo responsabilidad. Es un trabajo en el cual literalmente cada minuto es dinero. Así es como se presenta Julio Cesar Llontop, y sus más de seis años de trabajo en este oficio.

“No es un trabajo fácil, en mis primeros años no era bueno calculando tiempos, la mayoría de cobradores no me creían” afirma con un aire de nostalgia es su mirada y una sonrisa resignada en los labios. No fue fácil para él llegar a tener la credibilidad que ahora lo precede. Su esquina es la avenida 32 de José Granda en San Martín de Porres y según él, la competencia cada vez es más dura.

"Al que madruga..."

Su día empieza antes del amanecer. Coge su gorra, su cuadros,  un lapicero y su cronometro. Que empiece el trabajo. Lima es una ciudad que se despierta muy temprano y no es sorpresa ver a personas camino a trabajar o estudiar aun si ver el amanecer. “Eso es lo bueno-malo de estar en un distrito del norte, la mayoría de personas no trabajan aquí por eso lo carros empiezan su ruta temprano” explica sin más detalles el conocido datero. 

Padre de dos hijas que aún asisten a primaria y esposo de una mujer que comparte la esquina con él a partir de las seis de la tarde vendiendo mazamorra. Es una familia trabajadora, pero en Perú eso no basta. Más de doce horas en el paradero, estar pendientes especialmente de las líneas ‘treintitres’, las couster que van al Centro de Lima y las famosas “35 A y B”

Su sueldo es poco. Él lo sabe y hasta ahora no comprende como sigue en este trabajo. Su única razón es que ya no se ve haciendo otra cosa. Empezar desde cero no es lo suyo, especialmente cuando tiene una familia a la cual mantener.  La esquina  le pertenece, y cada cobrador que pasa por ahí lo confirma. Es conocido como el “gordo” y así lo buscan para darle sus diez céntimos por cada dato que brinda. Al día su sueldo máximo es de 30 soles. 

Así como muchas personas Julio Cesar es un peruano que busca la tranquilidad, el bienestar de su familia y la paz. Gracias a su trabajo, hoy lo está logrando. Hay miles de casos similares, uno más extremo, sacrificado y triste que el anterior. Los dateros no solo  controlan el transito, también gracias a su trabajo Lima es un poco menos enredada de lo habitual.

Por María del Pilar Olivo  

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