miércoles, 8 de junio de 2011

El hombre de las mil respuestas

Sifuentes resuelve su crucigrama por afición y también por dinero.

Hay quienes nunca lo han hecho en su vida, él lleva haciéndolo más de treinta años. Hay quienes se demoran horas y con ayuda extra. Él lo resuelve en menos de diez minutos, sin ayuda alguna y a la perfección. Hay grandes eruditos, con varios pos grados y él solo estudió hasta la secundaria y despilfarra mucha más sabiduría.

Pasatiempo: resolver y continuar resolviendo
Marco Sifuentes, no es comerciante, no es pregonero de su sapiensa. Es alguien a quien le gusta resolver crucigramas. Y como diversión, ayudar a quienes viven de ello.

Tiene manos de artista. Ni arrugas ni cicatrices en ella. Tiene como pasatiempo resolver crucigramas y desde hace más de diez años va a la calle donde se encuentra el antiguo diario limeño en la calle Miró Quezada, donde debatió por muchos años grandes tertulias con los amigos que lo reconocen como uno de los que más sabe en el ‘oficio’ de llenar crucigramas.

Suele llegar alrededor del medio día, es muy raro que no este un lunes, en la esquina del diario “El Comercio”. Por eso llama la atención de “Caballito”, su amigo y hasta discípulo que, según el mismo Sifuentes, ya lo superó, pero que no tiene el mismo carisma que el hombre de todas las repuestas, el maestro Marco Sifuentes.

Tiene la talla del promedio peruano, lo que es igual a decir que no pasaba el metro sesenta y cinco de distancia de sus cabellos al piso. Tiene tantas canas como respuestas solucionadas. No parece  ser calvo, aunque en todo momento lleva su gorra azul. Viste como limeño de antaño. Una camisa blanca cubierta por su chaleco azul, para protegerse del frío y zapatos bien lustrados.

Su habilidad: capacidad de deducción


Fue desde obrero hasta vendedor de ropa. No le gustan las entrevistas pues dice que es tímido. No tiene esposa, por que no hubo mujer suficiente que lo conquiste. No tiene hijos, pero si una mirada que refleja bondad y amistad sincera a quien acuda por su ayuda o por una conversación. ‘Caballito’, su amigo con el que siempre almuerza, por una hora y desde las dos de la tarde, da fe completa del buen trato que tiene hacia la gente, el hombre que es capaz de llenar un geniograma en menos de diez minutos.

Dice que parte de su habilidad se debe a su capacidad de deducción, y hasta dice que antes los geniogramas si le representaban un gran reto, los de ahora son más fáciles. Alude que se debe para la fácil mercantilización de los diarios, por los sorteos que estos brindan al llenar los crucigramas.

Se le reta a llenar un geniograma, frente de miradas aun incrédulas de su habilidad. Y llega hasta arrancar asombros estupefactos, pues con plena concentración es capaz de llenar el geniograma, del día, en casi ocho minutos. Dándose el lujo de explicar hasta las figuras que aparecen en el geniograma, al detalle demostrando no ser un simple memorista, si no todo un sabio.

Él es el maestro Marco Sifuentes, que termina el geniograma brindando una gran sonrisa. Una persona sencilla y de fuerte memoria. Que sin proponérselo desprende una gran erudición tan solo al conversar con él.



Por Antonio Seminario

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